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Minería: ¿Mal necesario o bien estratégico?

Alfredo Remy

Socio, Líder de Minería de PwC 

Gracias al considerable crecimiento que tuvo el país durante la última década, el país se encuentra ubicado como la sexta economía más grande a nivel de Sudamérica y entre los 20 mejores países y mercados fronterizos para invertir, con un destacado sétimo lugar. ¿A qué se debió este resultado? Principalmente al alto y creciente flujo de inversiones y al aumento de la productividad, para lo cual los proyectos de minería e hidrocarburos fueron vitales

Durante este periodo, el crecimiento económico del Perú logró reducir los índices de pobreza en más de la mitad, reducir el índice de riesgo país, aumentar el nivel de empleo, importantes avances en la educación, así como avances en la reducción de la brecha en infraestructura.

Pero está claro que el ‘superciclo’ minero llegó a su fin y estamos sintiendo este impacto en nuestra economía, vulnerable aún a los vaivenes del mercado internacional. El crecimiento económico de China, país que consume más del 45% del cobre a nivel mundial, se desacelera. La inyección de liquidez comprando títulos de las compañías estatales no fue suficiente para revertir su desaceleración y decidió devaluar el yuan para mejorar así la competitividad de sus exportaciones. Por otro lado, la economía americana se recupera, y nos encontramos a la expectativa del proceso de normalización de las tasas de interés de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED).

En este panorama global, sumado a la crisis económica griega, las expectativas sobre las consecuencias de alcanzar o no un acuerdo sobre el programa nuclear con Irán, las dudas sobre un exceso de oferta de algunos metales, y los conflictos y guerras actuales (Siria, Irak y el Estado Islámico, Ucrania, Sudán del Sur, Nigeria, República Democrática del Congo, Afganistán, Libia y el Sahel, Somalia y Yemen, entre otros), tienen distintos efectos en el precio de los commodities y en el retorno de inversión de los proyectos mineros.

Según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Inversión Extranjera Directa en el Perú decreció durante el 2014 por segundo año consecutivo. Y específicamente en minería, la inversión (tanto nacional como extranjera) se redujo un 11%.  Asimismo, el ingreso resultante de la exportación minera se redujo en 17%, generando un  déficit comercial aún mayor.

Se cumple aquí el proverbio que dice “uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde”.  Luego de una década de crecimiento nos sentimos seguros de que esto era la nueva norma. Bajamos la guardia, nos sentimos capaces de postergar inversiones importantes, seguros de que estas decisiones no tendrían un impacto relevante para nuestra economía en crecimiento y, así, perdimos el sentido de urgencia. Y cuando nos dimos cuenta, el panorama había cambiado.

Ante este escenario, el Gobierno lanzó varios paquetes de medidas tributarias y un proyecto de ley con la finalidad de garantizar disposiciones ‘contracíclicas’. Pero el reto más importante para nuestro país es poder efectivamente impulsar y garantizar que un proyecto alcance la etapa de operación, ayudando a que el inversionista obtenga y mantenga la “licencia social para operar”, monitoreando el cumplimiento de sus obligaciones. Esto ya no es más una opción, es una necesidad.

La campaña electoral, que ya se inició, hace necesario que el tema se ponga sobre la mesa y se discuta: ¿es la minería un mal necesario o un bien estratégico para el país? La actividad minera es responsable de grandes beneficios económicos, impacta beneficiosamente sobre el ambiente y  las comunidades donde la actividad se realiza, pero también a la economía y bienestar de miles de peruanos. La respuesta a esta pregunta tiene por tanto varias aristas, pero no significa que no tenga una solución. El Perú merece tener una política clara y consecuente con respecto a una de las industrias más importantes en nuestro país.

En este sentido, algunos economistas coinciden en que este año pre – electoral es el punto de quiebre para que la población les exija a los candidatos, de cara al próximo gobierno a ser elegido, destrabar megaproyectos, simplificar la tramitología, emprender reformas en las instituciones políticas y judiciales, así como inyectar confianza, pero no solo a los empresarios sino sobre todo a la comunidad. Pues, sin duda, tal como sostiene la consultora estadounidense Stratfor, lo que es un hecho es que las protestas continuarán siendo una amenaza para la inversión privada en los próximos cinco años; sin embargo, no se espera que empeoren significativamente

El Perú necesita generar confianza, demostrando estabilidad económica y política, manejo efectivo de sus problemas sociales, eficiencia en el proceso de trámites y permisos, buen control y gobernanza para evitar la corrupción, estabilidad monetaria, y competitividad fiscal.

Como nos enseña William George Ward, teólogo y matemático inglés, “el pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.” Es hora de ajustar las velas.

 

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