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Fracking, el debate pendiente en la exploración boliviana

Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) presentará esta semana su plan de exploración para el próximo quinquenio, un plan que debe contemplar los desafíos del sector hidrocarburos, los consensos medioambientales, pero sobre todo las urgencias económicas que atañen a Bolivia y en especial departamentos como Tarija.

Los expertos advierten que el plan debe servir para atraer inversiones, aunque también debe contemplar la ejecución directa de YPFB y sus subsidiarias, puesto que el mercado se encuentra en un momento delicado. El barril de petróleo ha vuelto a subir y no está claro que las intenciones de acelerar la implantación del coche eléctrico en Europa vayan a tener los efectos esperados.

Experimentar y explorar

Uno de los debates aparcados es el del fracking, la técnica de la fractura hidráulica empleada para encontrar petróleo y gas no convencional, que a través de un proceso químico libera los hidrocarburos que tras el tratamiento adecuado puede ser utilizado convencionalmente. Estados Unidos ha sido el pionero en desarrollar la técnica y ha llegado a tener rendimientos comerciales parejos a la producción de petróleo convencional en el Golfo Pérsico, que ronda los diez dólares.

En Sudamérica México y Argentina son los países que más han desarrollado esta técnica. Se les suma Chile, que cuenta con una pequeña explotación en el sur. Pero no son los únicos que sueñan con esta tecnología sospechada hasta de provocar sismos, en Uruguay y en Colombia rigen dos moratorias. En Colombia se han concedido permisos para “experimentar” con la técnica en algunos reservorios y básicamente en aquellos lugares donde ya había contratos firmados.

Algo parecido ha pasado en Bolivia, que desde que en 2013 la Agencia de Información de la Energía de Estados Unidos advirtiera de grandes cantidades de gas no convencional en las llanuras chaqueñas, todo se ha ido acomodando para darle paso pese a que inicialmente el entonces Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, expresara un contundente rechazo.

A partir de 2015, el exministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, fue configurando la normativa para ingresar con nuevas técnicas a nuevos espacios, incluyendo los decretos que levantan las reservas naturales, etc. A su vez, inició una especie de trabajo de concienciación, apelando reiteradamente a “el mar de gas” y hablando de los 900 trillones de pies cúbicos de gas que hay en el territorio, aunque obviaba explicar la necesidad de aplicar la técnica que, si bien ha tenido algunas mejoras en su desarrollo, sigue siendo considerada como altamente agresiva para los acuíferos.

En Bolivia se han hecho dos especies de prueba piloto, como enumera Juan Parilla en su reporte para Periodistas por el Planeta.

En 2013 se firmó un acuerdo de cooperación entre la petrolera estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y la argentina YPF para trabajar en el tema, y la empresa Halliburton realizó una “minifractura” en el departamento Chuquisaca, donde descubrieron reservas de tight oil.

A eso se sumó que, entre 2014 y 2017, hubo un proceso de flexibilización legislativa. “Bolivia depende de los hidrocarburos, es un país exportador. Cuando cayeron los precios del petróleo, se reconfiguró la normativa, se flexibilizaron los estándares ambientales, se modificaron el tiempo y las características de las consultas previas, y se abrió la actividad a las áreas protegidas”, señala la abogada Claudia Velarde, de AIDA, una de las organizaciones que promovió en 2014 la Alianza Latinoamericana contra el Fracking.

En 2018, se firmó un acuerdo entre YPFB y la canadiense CanCambria Energy para explorar y explotar el bloque Miraflores, en el Chaco boliviano, ubicado alrededor de un 90% en el municipio Macharetí, departamento de Chuquisaca. La empresa estima que las reservas allí podrían ser mucho mayores a las de Vaca Muerta, aunque no son pocos los que creen que el dato es exagerado. 

En la actualidad, la posibilidad de retomar los proyectos no convencionales está al alcance del Gobierno, si bien se prevé una movilización ambientalista si no hay consenso adecuado con las comunidades.

Tarija espera nuevos proyectos de hidrocarburos

Tarija sigue siendo el departamento que más contribuye a la producción nacional de gas. Más del 50 por ciento de los recursos gasíferos que se comercializan proceden de las entrañas tarijeñas, si bien es cierto que este porcentaje ha descendido desde 2013, cuando era prácticamente el 70 por ciento. La división de Margarita y la puesta en funcionamiento de Incahuasi, así como la declinación de San Alberto, han motivado este descenso.

En la actualidad y luego de los fracasos en Boyuy y Jaguar, Tarija no cuenta con nuevos prospectos ambiciosos salvo San Telmo y Astilleros, cuyo plan exige un mayor trabajo de consenso. También hay opciones en Iñiguazu, al sur de Caipipendi, área concesionada a Repsol.

Fuente: Eju 

(Imagen referencial)

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