Gobierno de Bolivia avanza en proyectos en Santa Cruz y Cochabamba. Pero expertos advierten la falta de estudios ambientales.
Bolivia impulsa la exploración de tierras raras en regiones de alta biodiversidad como la Chiquitania y la Amazonía norte, en medio de críticas por la falta de consultas previas a comunidades indígenas y los riesgos ambientales asociados. El proyecto más avanzado se ubica en el cerro Manomó (Santa Cruz), con 12.000 hectáreas destinadas a la explotación de torio, niobio, cobalto, lantano, entre otros. Según el Ministerio de Minería, también se explora Ayopaya (Cochabamba), con 16.000 hectáreas adicionales.
“El yacimiento más importante está en el cerro Manomó, en medio de la selva amazónica. Se podría destruir un hábitat muy frágil”, advirtió Héctor Córdova, experto de la Fundación Jubileo. Las tierras raras son esenciales para la industria energética global, pero su extracción requiere grandes volúmenes de material y uso de reactivos tóxicos, lo que representa una amenaza para ecosistemas de alta sensibilidad.
Miguel Vargas, director del Cejis, afirmó que “los proyectos avanzan sin la participación ni el consentimiento de las comunidades afectadas”, lo que genera preocupación. A esto se suma que sin permisos ambientales se podría generar serias afectaciones al medio ambiente.
Actualmente, Bolivia no cuenta con una base de datos oficial sobre la presencia de tierras raras en territorios indígenas, pero un ejercicio del Cejis cruzando mapas mineros con 58 territorios titulados confirmó superposición directa. “Bolivia está en una encrucijada: persistir en un modelo extractivo o avanzar hacia formas de desarrollo que respeten la autodeterminación de los pueblos indígenas”, concluyó Vargas.