El liderazgo en minería submarina está actualmente encabezado por China, Japón y Noruega que han sabido combinar capacidad científica, innovación tecnológica y marcos regulatorios.
La minería submarina ha dejado de ser un concepto de ciencia ficción para convertirse en una alternativa real y estratégica para la obtención de minerales críticos. En los últimos cinco años, los avances tecnológicos, junto con una creciente demanda global por materias primas clave para la transición energética, han dado un impulso decisivo a este sector emergente. A medida que los proyectos piloto se transforman en operaciones comerciales, una serie de países ya marcan el ritmo en esta carrera por los recursos del lecho marino.
China, Japón y Noruega: líderes en desarrollo tecnológico y normativo
El liderazgo en minería submarina está actualmente encabezado por tres naciones que han sabido combinar capacidad científica, innovación tecnológica y marcos regulatorios:
- China, a través de la China Ocean Mineral Resources R&D Association (COMRA), ha asegurado varios contratos de exploración con la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), centrándose en la recolección de nódulos polimetálicos ricos en cobalto, níquel y manganeso en la zona Clarion-Clipperton (Pacífico Central). Mediante vehículos autónomos submarinos, ha avanzado en mapeo de recursos y ensayos técnicos.
- Japón marcó un hito en 2021 al realizar con éxito la primera extracción de sulfuros polimetálicos en aguas profundas dentro de su zona económica exclusiva, frente a Okinawa. El proyecto, liderado por JOGMEC, ha demostrado la viabilidad operativa de explotar depósitos en chimeneas hidrotermales, utilizando robots submarinos de alta precisión.
- Noruega, pionera en Europa, abrió oficialmente en 2023 su plataforma continental a la exploración minera. Su estrategia incluye regulaciones ambientales exigentes, licitaciones abiertas y programas de investigación sobre el impacto ecológico. Sus objetivos se enfocan en tierras raras, zinc y cobre, minerales fundamentales para la industria tecnológica y energética.
EE.UU. y Australia: dos modelos, un mismo objetivo
En otras regiones del mundo, como América del Norte y Oceanía, los enfoques difieren pero comparten la meta de consolidar la minería submarina como fuente alternativa de minerales estratégicos.
Estados Unidos: aceleración legal y protagonismo empresarial
El 25 de abril de 2025, el presidente Donald Trump firmó una Orden Ejecutiva que instruye a agencias como NOAA y el Departamento del Interior a acelerar permisos de minería submarina, incluso en zonas internacionales. Aunque EE.UU. no ha ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), utiliza la Ley de Recursos de Minerales Duros de 1980 como marco legal para actuar.
Empresas como The Metals Company e Impossible Metals han iniciado trámites formales para operar en regiones como Samoa Americana, Hawái y el Golfo de Alaska. La estrategia contempla el procesamiento de minerales en suelo estadounidense, cerrando la cadena de valor y reduciendo la dependencia de China.
Sin embargo, los desafíos ambientales siguen siendo significativos: desde la perturbación de ecosistemas de aguas profundas hasta la generación de sedimentos en suspensión. La falta de estándares internacionales claros y el debate sobre una moratoria han ralentizado la expansión definitiva.
Australia: foco en tecnología de exploración y sostenibilidad
Australia ha optado por fortalecer su capacidad tecnológica. En abril de 2023, la empresa Advanced Navigation inauguró en Perth el mayor centro de robótica submarina del país, dedicado al desarrollo de vehículos autónomos como el Hydrus. Estos robots permiten recolectar muestras, mapear depósitos y evaluar áreas de interés con mayor eficiencia y menor costo.
El respaldo del Subsea Innovation Cluster Australia (SICA) ha sido clave para fomentar la colaboración público-privada. La apuesta australiana incluye también el desarrollo de sensores de trazabilidad y herramientas de inteligencia artificial para evaluar impactos ambientales antes de iniciar la explotación comercial.
América Latina y el Pacífico: potencial geológico y barreras normativas
En el entorno del Pacífico, países como Papúa Nueva Guinea jugaron un rol pionero con el proyecto Solwara 1, actualmente suspendido por razones financieras y ambientales. En América Latina, Chile, Perú y México han expresado interés estratégico debido a su proximidad a zonas ricas en nódulos polimetálicos. No obstante, estos países enfrentan desafíos importantes en términos de legislación específica, capacidades técnicas y gestión ambiental.
Tecnología vs. medio ambiente: el equilibrio clave
Los avances tecnológicos —desde sensores hiperespectrales hasta plataformas de procesamiento in situ— han reducido costos y ampliado la precisión de la prospección. Sin embargo, los impactos sobre los ecosistemas bentónicos, aún poco comprendidos, son motivo de preocupación.
Organizaciones científicas y ambientales han llamado a implementar moratorias temporales hasta contar con estudios concluyentes. La ISA, por su parte, trabaja en un código minero internacional que establecerá los requisitos técnicos, financieros y ambientales para autorizar explotaciones comerciales. Se espera que el borrador de esta normativa sea votado antes de 2026.
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Conclusión: un sector en transición hacia la consolidación
La minería submarina está entrando en una fase decisiva. Los países y empresas que logren integrar innovación tecnológica, regulación responsable y protección ambiental serán los que lideren esta nueva etapa de la industria minera. Con el potencial de acceder a minerales esenciales para baterías, turbinas eólicas y semiconductores, esta actividad se perfila como una de las más estratégicas —y controversiales— del siglo XXI.