La petrolera estadounidense Chevron puso fin a sus operaciones activas en Venezuela y transfirió la gobernanza de sus empresas mixtas a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), luego del vencimiento de una licencia clave que le permitía operar en el país.
La licencia fue revocada por la administración de Donald Trump, y el plazo final para liquidar contratos venció el 27 de mayo. Sin embargo, una nueva autorización limitada permitirá a Chevron conservar sus activos y personal, sin realizar actividades comerciales ni exportaciones.
Según fuentes cercanas señala que la compañía desactivó sus contratos de producción, servicios y compras, pero recibió luz verde del Gobierno estadounidense para seguir presente en Venezuela bajo condiciones similares a las de las licencias vigentes entre 2020 y 2022. Esta autorización busca evitar que cualquier operación beneficie económicamente al Gobierno de Nicolás Maduro, en línea con la política de sanciones más estrictas reactivadas por Trump ante la falta de avances en temas migratorios y electorales.
La decisión representa un giro importante en la relación entre Washington y Caracas. Durante la administración de Joe Biden, la empresa había logrado expandir sus operaciones y exportar hasta 290.000 barriles diarios de crudo venezolano, representando más de un tercio del total nacional. Con el nuevo escenario, PDVSA asume el control operativo y comercial de los campos, aunque persisten dudas sobre los pagos y dividendos pendientes a su socio estadounidense.
En respuesta, PDVSA aseguró que la producción en los campos continúa con normalidad y rechazó la necesidad de licencias extranjeras para su funcionamiento. “Los ataques y acciones ilegales contra PDVSA no han detenido nuestro crecimiento”, señaló la estatal en un comunicado. Mientras tanto, ejecutivos de Chevron se reunieron recientemente con altos funcionarios venezolanos, incluida la ministra de Petróleo Delcy Rodríguez, para comunicar los nuevos lineamientos.