La extracción ilícita de oro sigue devastando la Amazonía con deforestación, contaminación de ríos y afectación directa a comunidades indígenas y campesinas.
El Ejército Ecuatoriano destruyó un campamento de minería ilegal en la parroquia San José de Guayusa (Orellana), a unos 140 kilómetros de Quito.
Durante la operación se hallaron 1 retroexcavadora, 53 canecas con 400 galones de combustible, un clasificador tipo Z, dos motores de agua y diversos equipos de extracción, además de infraestructura improvisada para albergar a decenas de personas.
Amazonía bajo presión de la minería ilegal
La extracción ilícita en la región amazónica contamina los ríos con mercurio y combustibles, lo que afecta a comunidades que dependen del agua para consumo y agricultura.
Organizaciones ambientales advierten que la deforestación, pérdida de biodiversidad y alteración de cauces generan un daño irreversible en ecosistemas que tardarán décadas en recuperarse.
¿Por qué es también un problema de seguridad?
El Ministerio del Interior señala que la minería ilegal está vinculada a estructuras criminales transnacionales que usan el oro extraído para lavar dinero y financiar narcotráfico.
El operativo en Orellana se suma a otra acción simultánea en Sucumbíos, donde se incautaron bombas de succión, mangueras y combustible, además de la captura de tres ciudadanos extranjeros vinculados con esta actividad ilícita.
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Desafío para el Estado
El Ejército asegura que mantendrá operaciones permanentes contra la minería ilegal, pero especialistas advierten que el problema no puede resolverse solo con presencia militar.
En muchas comunidades amazónicas, la minería ilegal se ha convertido en una fuente inmediata de ingresos ante la falta de empleo formal, lo que dificulta su erradicación.