El país podría posicionarse como un hub regional de energía eólica en América Latina.
La transición energética en Perú comienza a acelerar su marcha hacia una matriz más limpia y diversificada. Gracias a sus condiciones geográficas privilegiadas —con un amplio potencial eólico—, recientes reformas normativas y el creciente impacto económico de las energías renovables en regiones clave, el país podría posicionarse como un hub regional de energía eólica en América Latina.
En ese sentido, el país tiene viento a favor. “Una de las principales ventajas de Perú es su geografía privilegiada, que alberga recursos naturales excepcionales a lo largo de su costa norte y sur. Sin embargo, actualmente menos del 11% de la generación eléctrica proviene de fuentes renovables” detalla Pierina Scavino, Country Head de Vestas en Perú.
Las zonas costeras de Piura, Lambayeque, La Libertad e Ica concentran algunos de los recursos eólicos más estables y de mayor calidad en América Latina. Esta condición, sumada a la creciente necesidad de diversificación energética, abre una oportunidad estratégica para reposicionar la matriz energética nacional.
Desde una perspectiva técnica, la incorporación de generación eólica permite una mayor resiliencia del sistema eléctrico frente a fenómenos climáticos y fluctuaciones en los precios internacionales de los combustibles. Además, representa una opción competitiva en costos y resulta esencial para el cumplimiento de los compromisos ambientales del país: reducir en un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y diversificar su matriz energética con al menos un 20% de fuentes renovables en ese mismo año.
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“La energía eólica aporta no solo sostenibilidad, sino también estabilidad estructural. Diversificar la matriz es una decisión estratégica para garantizar la seguridad energética, moderar los costos y preparar al sistema frente a escenarios cada vez más exigentes”, señala Pierina Scavino, Country Head de Vestas en Perú.
En términos económicos, la instalación de parques eólicos impulsa la generación de empleo local, dinamiza las economías regionales, fortalece las cadenas de proveedores y promueve la inversión en infraestructura. Este efecto es particularmente relevante en regiones como Ica, Piura y La Libertad, donde ya se han desarrollado proyectos pioneros.
A esto se suma un marco normativo que, recientemente, ha comenzado a adecuarse a la nueva realidad del sector. Las modificaciones aprobadas a la Ley 28832 habilitan la participación de tecnologías renovables en contratos entre privados sin exigencias de capacidad firme, y promueven licitaciones abiertas con reglas más competitivas. Este nuevo enfoque regulatorio aporta mayor dinamismo para que fuentes como la eólica compitan en igualdad de condiciones que el resto de las fuentes de energía.
Sin embargo, persisten desafíos estructurales. Entre ellos, la necesidad de incrementar la previsibilidad y priorizar la aprobación oportuna de los permisos necesarios para destrabar el flujo de proyectos eólicos en Perú. Otro aspecto clave es la competitividad portuaria. “Las tarifas portuarias en Perú son considerablemente más altas que en los países vecinos, lo que impacta directamente en los costos logísticos de los proyectos. Establecer una tarifa especial para los componentes eólicos -ajustada al peso, dimensiones y frecuencia- permitiría mejorar la competitividad y dinamismo del sector. No se trata solo de atraer inversión, sino de hacerla viable dentro del contexto local”, complementa Scavino.
Empresas como Vestas, con presencia activa en el país desde la instalación de los primeros parques eólicos, continúan desarrollando un portafolio clave de proyectos que podría redefinir el futuro energético de Perú. El compromiso es claro: impulsar una transición energética ordenada, robusta y sostenible, que fortalezca tanto el desarrollo económico nacional y la seguridad del sistema eléctrico.