Tras 15 años de estancamiento, el sector eléctrico estadounidense se reactiva por la presión de centros de datos y la reindustrialización, impulsando la generación con gas.
Después de más de una década de demanda estancada, el sector de generación eléctrica en Estados Unidos vive un giro radical que podría centrarse en el gas natural. La expansión de centros de datos, especialmente vinculados a inteligencia artificial, y el regreso de políticas de reindustrialización han acelerado la necesidad de energía confiable. En este nuevo contexto, las mejoras en eficiencia energética que antes mantenían bajo control el consumo han alcanzado su límite, mientras que la infraestructura energética actual se ve desbordada ante el repunte del consumo.
Inicialmente, los productores independientes de energía intentaron capitalizar esta tendencia abasteciendo directamente a grandes centros tecnológicos desde instalaciones nucleares. No obstante, la volatilidad de la red y el aumento de precios futuros generaron preocupaciones políticas, limitando este tipo de contratos privados.
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Las energías renovables aunque impulsadas por subsidios estatales y compromisos corporativos, han mostrado limitaciones técnicas frente a las exigencias de abastecimiento continuo que demandan los centros de datos. La industria eléctrica ha dejado de apostar exclusivamente por fuentes limpias y ahora reclama una estrategia diversificada. Si bien se observa un renovado interés por la energía nuclear, las restricciones técnicas y la falta de personal calificado hacen improbable que nuevos reactores entren en operación antes de 2035.
Esta situación coloca al gas natural como la alternativa más viable a corto y mediano plazo, debido a su tecnología madura, capacidad de respuesta rápida y compatibilidad con el perfil intermitente de las renovables. De cara a una eventual administración Trump, se anticipan cambios en las políticas energéticas federales, incluyendo recortes a los subsidios renovables y un rediseño del mercado eléctrico para priorizar la confiabilidad.
Estas medidas podrían favorecer aún más a las plantas de gas natural. Además, los aranceles aplicados recientemente a tecnologías limpias amenazan con encarecer aún más la cadena de suministro de energía solar y sistemas de almacenamiento en baterías, donde predominan fabricantes asiáticos.