Pese a liderar en inversión y transferencias mineras, Áncash cayó al puesto 10 del Incore 2025, mientras Moquegua retuvo el primer lugar.
El Ministerio de Energía y Minas (Minem) informó que Áncash lideró la inversión minera en 2024 con una participación de 15.3%, seguida de Moquegua (14.2%), Arequipa (10.9%) y Apurímac (8.6%). Ese mismo año, las transferencias por canon, regalías y otros derechos superaron los S/ 8,070 millones, la segunda cifra anual más alta registrada, de los cuales Áncash recibió S/ 1,583 millones (19.6%), Arequipa S/ 1,208 millones (15%) y Moquegua S/ 1,034 millones (12.8%).
Sin embargo, el impacto positivo de estas cifras no se refleja en la competitividad regional. Según el Índice de Competitividad Regional (Incore 2025) elaborado por el Instituto Peruano de Economía (IPE), Áncash ocupa la posición 10 de 25, con 5.4 puntos sobre un máximo de 10, apenas por encima del promedio nacional (5.3). La región retrocedió en el pilar Salud, donde descendió del puesto 12 al 17, afectada por la pérdida del liderazgo en vacunación infantil y el aumento del embarazo adolescente.
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Por contraste, Moquegua, la segunda región con mayor inversión minera, se consolidó nuevamente como la más competitiva del país por cuarto año consecutivo, con 7.38 puntos. Destacó en los pilares de Salud e Instituciones, así como en logros educativos y recaudación municipal. Arequipa, tercera en inversión, se posicionó como la tercera región más competitiva con 6.9 puntos, aunque mostró retrocesos en Salud por mayor prevalencia de anemia infantil (44%) y menor cobertura médica.
¿Por qué la inversión minera no garantiza competitividad regional?
El caso de Áncash evidencia que altos ingresos por minería no siempre se traducen en mejoras sociales y de gestión pública. Mientras Moquegua y Arequipa logran alinear recursos con avances en educación, salud e institucionalidad, Áncash enfrenta rezagos en capital humano y servicios básicos. El informe del IPE sugiere que la clave está en la capacidad de gestión regional y la eficiencia en el uso de los recursos provenientes de la minería, más allá del volumen de inversión recibido.