Perú reafirma su posición como una de las mayores potencias mineras del mundo. Según el Ministerio de Energía y Minas, hasta el 2024, país lideró el ranking global de reservas de plata y figura en el top 5 mundial en al menos seis minerales estratégicos, esenciales para la industria, la tecnología y la transición energética. Estos son los detalles.
En primer lugar destaca la plata, donde Perú ocupó el primer lugar mundial con 140 mil toneladas métricas finas (TMF), lo que representa el 21.8 % de las reservas globales. Este volumen supera a gigantes como Australia (14.7 %) y Rusia (14.3 %), consolidando al país como proveedor clave de este metal usado en electrónica, paneles solares y tecnología médica.
En cobre, durante 2024, Perú se ubicó en el segundo lugar mundial, con 100 mil TMF, equivalente al 10.2 % del total global, solo por detrás de Chile (19.4 %). El cobre es un metal crítico para el desarrollo de infraestructuras eléctricas, autos eléctricos y energías renovables. Un dato importante es que, en la actualidad, Congo estaría ubicado en el segundo lugar, desplazando a Perú al tercer puesto.
En el caso del molibdeno, el país ocupó el tercer lugar mundial con 1.9 millones de TMF, un mineral fundamental en la fabricación de aceros especiales para la industria energética, aeroespacial y militar.
Perú también figuró en el cuarto lugar mundial en reservas de zinc, con 20 mil TMF, lo que representa el 8.5 % del total. Este metal es clave para la galvanización de estructuras metálicas y la producción industrial. En plomo, el país ocupa el quinto lugar mundial, con 5 mil TMF (5.2 %), utilizado en baterías y sistemas de almacenamiento.
Aunque con una participación global menor, Perú se ubicó en el octavo lugar en reservas de oro, con 2,500 TMF, equivalente al 3.9 % del total mundial. A nivel latinoamericano, lidera en este rubro.
Este posicionamiento global convierte al país en un actor estratégico para el abastecimiento de minerales críticos. A su vez, representa una gran oportunidad para atraer inversiones responsables que promuevan la formalización, la diversificación productiva y el desarrollo territorial, asegurando que esta riqueza geológica se traduzca en progreso sostenible.