La erosión del río Coca obligó a paralizar el OCP y el SOTE, generando pérdidas por más de USD 109 millones en una semana.
Ecuador dejó de producir 1,7 millones de barriles de petróleo entre el 1 y el 7 de julio de 2025, tras la suspensión de sus dos oleoductos principales: el Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) y el Sistema de Oleoductos Transecuatoriano (SOTE). La medida se tomó para evitar un derrame de crudo en la provincia de Napo, en la zona del río Loco, afectada por la erosión regresiva del río Coca.
El 7 de julio, la producción nacional cayó a 94.845 barriles diarios, frente a los 467.047 barriles por día registrados en junio, según la Agencia de Regulación y Control Hidrocarburífera. Solo Petroecuador redujo su extracción a 60.049 barriles diarios. Con un precio proyectado de USD 61,08 por barril, el país ha dejado de percibir alrededor de USD 109 millones en exportaciones.
La erosión regresiva, un fenómeno geológico activo desde 2020, amenaza con socavar los oleoductos que cruzan la Amazonía. Mientras el OCP detuvo operaciones el 1 de julio, el SOTE lo hizo al día siguiente. “Estamos haciendo variantes por la ceja de la montaña para proteger los tubos”, indicó la ministra de Energía, Inés Manzano. La desviación de la tubería del OCP tomaría cuatro días, mientras que el proceso para el SOTE aún no tiene una fecha definida.
La paralización de los ductos también impactó la refinación. La refinería de Esmeraldas sigue inactiva tras un incendio ocurrido en mayo. A su vez, La Libertad redujo su operación al 42% por falta de crudo, mientras que la planta de Shushufindi es la única que mantiene su capacidad al 100%. La emergencia energética pone en jaque la economía dolarizada de Ecuador, cuya estabilidad depende de las exportaciones de petróleo.