El megaproyecto en el Tíbet busca impulsar el crecimiento económico y abastecer de energía al país.
China ha iniciado la construcción de la mayor central hidroeléctrica del mundo en el borde oriental del Tíbet, con una inversión estimada de US$170 mil millones, según informó la agencia estatal Xinhua. El megaproyecto, calificado como el más ambicioso desde la represa de las Tres Gargantas, contempla cinco plantas en cascada sobre el río Yarlung Zangbo, capaces de generar 300 mil millones de kilovatios-hora por año, una cifra equivalente al consumo eléctrico anual del Reino Unido.
El anuncio impulsó los mercados chinos: el índice CSI Construction & Engineering subió 4%, mientras las acciones de constructoras y proveedoras de materiales —como Power Construction Corp, Xizang Tianlu y Hunan Wuxin Tunnel Equipment— escalaron hasta el límite diario permitido. Analistas señalan que el proyecto reactivará sectores clave como cemento, explosivos y maquinaria pesada, consolidando la inversión pública como motor económico.
Sin embargo, el impacto ambiental y las tensiones geopolíticas no tardaron en surgir. India y Bangladesh expresaron preocupación por el posible desvío del caudal del río, vital para millones de personas aguas abajo. A su vez, ONGs alertaron sobre el riesgo para uno de los ecosistemas más frágiles y biodiversos del planeta. Pekín sostiene que priorizará la conservación ecológica y que el suministro de agua no se verá comprometido.
El proyecto será ejecutado por el nuevo conglomerado estatal China Yajiang y se espera que entre en operación durante la década de 2030. Aunque no se ha divulgado la cantidad de empleos que generará, se recuerda que la construcción de las Tres Gargantas movilizó a cerca de un millón de trabajadores y desplazó a una cifra similar de personas.
Con esta apuesta, el Gobierno chino busca reforzar su crecimiento económico en un contexto de desaceleración, usando la infraestructura energética como palanca. Expertos estiman que el proyecto podría aportar más de US$16.000 millones anuales al PIB durante su construcción. Para China, es una obra del siglo; para sus vecinos y ambientalistas, un desafío de proporciones históricas.
FUENTE: REUTERS