El gobierno militar de Guinea condiciona la explotación del yacimiento de hierro más grande del mundo a la instalación de plantas de procesamiento en el país, en línea con su política de nacionalismo de recursos.
Las autoridades de Guinea han dejado en claro que el desarrollo del proyecto Simandou no se limitará a la extracción. Exigen a Rio Tinto y a los consorcios involucrados la construcción de refinerías locales, con el objetivo de maximizar el valor de los recursos minerales y ampliar el impacto en la economía nacional.
El nacionalismo de recursos marca la agenda africana
La estrategia guineana se enmarca en una tendencia creciente en África: obligar a las mineras a procesar localmente parte de los minerales que exportan. El país, segundo productor mundial de bauxita, ya canceló contratos con compañías que no avanzaron en sus compromisos de refinación.
¿Qué implica para el proyecto Simandou?
El proyecto, que se prevé produzca 120 millones de toneladas anuales de mineral de hierro de alta calidad, podría requerir costosas inversiones downstream para cumplir con las nuevas exigencias. Rio Tinto, que controla junto a Chinalco los bloques 3 y 4, deberá definir si se suma a la estrategia de industrialización local que impulsa el gobierno.
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Simandou, un megaproyecto con historia compleja
Con reservas estimadas en 7.400 millones de toneladas, Simandou se perfila como la mina de hierro más grande y de mayor calidad del mundo. Sin embargo, su desarrollo ha enfrentado décadas de retrasos por la inestabilidad política de Guinea. La actual fase incluye la construcción de una línea ferroviaria de 600 kilómetros y un puerto de aguas profundas que conectará la mina con el Atlántico.
La apuesta de Guinea por el desarrollo integral
El ministro de Planificación y Cooperación Internacional, Ismael Nabe, afirmó que los ingresos de la minería deben también respaldar sectores como la agricultura, la educación y la infraestructura. “Queremos construir una refinería en Guinea. Ese es nuestro plan”, subrayó.