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Gobitz: El cobre será el puntal para el siguiente salto de desarrollo

Como país, tenemos todas las virtudes y el potencial para crecer: los yacimientos, una población joven, una tremenda tradición minera y muchos conocimientos

A fines de la década de 1970, cuando el campus de Pando no tenía muros, un adolescente Víctor Gobitz solía pasear en bicicleta por las veredas que daban a las facultades y bosques de la que se convertiría en su casa de estudios desde 1981. Ese año, inspirado por una charla vocacional del Ing. Celso Sotomarino, decidió escoger la carrera de Ingeniería de Minas que empezaba a dictarse en la PUCP. 

Aunque esta decisión le costó algunas burlas y risas de sus amigos del colegio Antonio Raimondi (fue el único de su promoción en escoger esta especialidad), en ese momento no sabía que aquella temprana intuición marcaría el inicio de una carrera con grandes satisfacciones. Cuarenta años más tarde, Gobitz es hoy presidente y gerente general de Antamina, uno de los conglomerados de cobre más importantes en el mundo.  

En esta entrevista, de Punto Edu de la PUCP, el también docente y presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) comparte experiencias memorables de su destacada trayectoria. 

¿Cómo fue su experiencia como estudiante en la Especialidad de Ingeniería de Minas, creada a inicios de la década de 1980? 

He tenido la suerte de estar en cursos donde hemos sido tres alumnos. Siempre me río porque el profesor nos miraba a los ojos y sabía si estábamos entendiendo. Cuando tienes un aula con 15 personas, ya no se puede. Recuerdo también que, a mediados de los ochenta, tener una computadora personal era un lujo. En la Universidad, el alquiler de una computadora costaba un equivalente a S/ 15 por hora. Mis profesores Carlos Soldi y Antonio Samaniego me prestaron sus computadoras en las horas en las que no estaban trabajando, y así pude avanzar y terminar mi tesis de bachillerato, que requería muchos cálculos numéricos. 

¿Cuál consideraría su principal aprendizaje en la Universidad?

La PUCP es reconocida por la rigurosidad en la enseñanza de las ciencias, que se complementa con la enseñanza de las letras. Fue un privilegio acceder a cursos de filosofía, teología, antropología y lengua. También disfruté mucho de los Jueves Culturales y he sido asiduo visitante del CAPU. Para mí, la vida universitaria ha sido muy completa. No basta con saber de ingeniería: para distinguirse de otros profesionales, es importante tener una mirada integral. Esto me ayudó en el sector de la minería, que no se desarrolla en un ámbito urbano. 

El inicio de su carrera coincidió con los actos terroristas de Sendero Luminoso en la sierra del Perú, especialmente en minas. ¿Tuvo alguna vez que enfrentar alguna situación de peligro?

Entre 1980 y 1983 empezaron los atentados. En las zonas altoandinas, las minas eran atacadas para el robo de explosivos. Las noticias eran muy duras. En mi casa dudaban de si era una buena decisión trabajar allí. Mi primera práctica fue en la Compañía de Minas Buenaventura. Me enviaron a la mina Orcopampa en la provincia de Castilla en Arequipa. Afortunadamente, no me tocó pasar por un atentado. 

Entre todas las experiencias que tuvo como líder en empresas del sector minero, ¿cuál considera el momento más complejo de su carrera?

A los 32 años asumí la gerencia general de una mina subterránea que hoy forma parte de Volcan. Un año después tuvimos un accidente muy serio: una laguna conectada a una labor antigua entró a la mina. Seis trabajadores fallecieron. Pasamos por el desafío de limpiar la mina para rescatar los cuerpos y reiniciar las operaciones. Abordar y resolver esta situación fue muy duro en todo sentido. Uno no está libre de momentos así de difíciles. La minería es una actividad de alto riesgo, por más que se tomen los cuidados del caso. Lamentablemente, muchos colegas y un exestudiante muy destacado de la PUCP, que fue mi alumno, fallecieron también en accidentes. 

Este año asumió el cargo de presidente y CEO de Antamina, una de las 10 operaciones más grandes del mundo, y tuvo que pasar por 15 entrevistas como parte de la postulación. Muchos podrían pensar que un profesional con su trayectoria ya no tendría que pasar por entrevistas de trabajo. ¿Qué pensaba durante el proceso de selección?

El solo hecho de haber sido considerado era ya motivo de orgullo porque fue un proceso de selección muy competitivo con candidatos de todo el mundo. Fue inevitable preguntarme si estaba listo para esta responsabilidad. Yo me preparaba para cada entrevista, no me tomaba a broma esta postulación. El que no es humilde y no reconoce que siempre hay mucho por aprender, termina poniéndose un techo. El ego te puede vencer y evitar dar nuevos pasos. Recibir la noticia de que había sido seleccionado fue, aunque grato, un momento muy álgido. Tuve que tomar la decisión de renunciar y pensar en cómo transmitirla a mis amigos en Minas Buenaventura, con quienes tuve una relación muy buena y larga. 

El lema de la campaña actual de la PUCP es “Eres grande cuando haces algo grande por los demás”, que refleja la importancia del compromiso social de estudiantes y egresados.  Desde su perspectiva, ¿qué significa ser grande? ¿Cuál es la trascendencia de ese compromiso social en la formación universitaria?

La industria minera ha tenido un gran éxito económico a nivel macro. Eso es bueno, pero no es suficiente. En los espacios en los que me desenvuelvo, tratamos de ayudar, buscamos que la institucionalidad pública levante sus estándares. Creo que mi formación en la PUCP me ha ayudado a tener una perspectiva más amplia, con un sólido compromiso social. La Universidad es un espacio que impulsa el desarrollo del país. Como dice el escudo de la PUCP, debemos ser como “la luz que alumbra en las tinieblas”. 

El país presenta distintos retos para el crecimiento del sector minero. Uno de ellos es el alto número de conflictos socioambientales: 129 casos a septiembre, según un reporte de la Defensoría del Pueblo.

La industria minera es un pilar para la economía del país. Como sector, ese liderazgo nos obliga a hacer mucho más, pero necesitamos el compromiso de la ciudadanía, al elegir bien a sus autoridades locales, y del Estado, al gestionar adecuadamente el presupuesto. Como industria, cada proyecto también debe tener un plan de desarrollo del territorio que genere un beneficio social en las zonas donde trabajamos, con baja institucionalidad, baja productividad, poca integración a los mercados locales y muchas demandas. Así, cuando llega la inversión, se generan grandes expectativas que no podemos satisfacer en un corto plazo. El mismo reporte de la Defensoría del Pueblo explica que la gran mayoría de conflictos socioambientales no son de oposición a los proyectos. La población, más bien, busca llegar a acuerdos económicos con las mineras que contribuyan a mejorar sus condiciones de vida.

¿Cuál es su proyección para el futuro de la minería y su aporte al desarrollo del Perú?

En los siguientes años se tomará más conciencia sobre el cuidado del planeta. Esto repercute en varios sectores. Por ejemplo, el transporte eléctrico va a ser la tendencia. Para el Perú, que tiene un 70% de proyectos de cobre en su portafolio, este mineral puede ser un puntal para dar el siguiente salto de desarrollo. Como país, tenemos todas las virtudes y el potencial para crecer: los yacimientos, una población joven, una tremenda tradición minera y muchos conocimientos. Nos falta la institucionalidad política. En la última elección, ha habido 18 candidatos. No debería pasar eso.

¿Cuál es su mensaje para los estudiantes PUCP?

La formación académica en la PUCP es bastante exigente, y eso la sociedad y las empresas lo dan por sentado. Creo que la capacidad de conjugar lo académico con otras habilidades, como saber comunicarse, argumentar y expresarse por escrito de manera profesional, es lo que marca la diferencia en un profesional. En la especialidad, hay chicos con muchas habilidades que dominan temas de software, planificación, optimización. A ellos, siempre les aconsejo: si quieres progresar en la vida, hay que ser humildes, empáticos, saber escuchar y entender. Hay que tener más contacto con personas y con la naturaleza, y menos con la computadora.

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