El alza del crudo reactivó el debate sobre el cierre del estrecho de Ormuz y su impacto en el suministro, precios e inflación global.
El precio del petróleo Brent registró un incremento del 3% el jueves 19 de junio, alcanzando un máximo intradía de USD 79,04, su nivel más alto desde el inicio del conflicto armado entre Israel e Irán. Esta alza respondió al temor de una disrupción en el suministro global de crudo, en particular por la posibilidad de que Teherán restrinja el tránsito marítimo en el estratégico estrecho de Ormuz, ruta que concentra el paso del 20% del comercio mundial de petróleo.
Los enfrentamientos escalaron tras una ofensiva aérea israelí dirigida a instalaciones militares y nucleares iraníes. La tensión aumentó luego de que Israel atacara el reactor de Arak, y mientras Irán se preparaba para reuniones diplomáticas en Ginebra. Analistas como Mike Sommers, del American Petroleum Institute, y Paula Esteban, del sector financiero, advirtieron que, aunque el cierre del estrecho aún no era un escenario inminente, el riesgo era latente y podía alterar profundamente los precios del petróleo y la seguridad energética global.
La incertidumbre geopolítica sacudió también los mercados bursátiles globales. Las principales bolsas de Europa y Asia cerraron en rojo, mientras que el Nikkei japonés y el Hang Seng hongkonés perdieron hasta 2%. En contraste, las acciones de compañías energéticas como TotalEnergies y BP subieron más de 2%, impulsadas por expectativas de mayores ganancias ante un alza sostenida del crudo.
Mientras tanto, los bancos centrales de Europa adoptaron medidas preventivas. El Banco Nacional Suizo recortó sus tasas al 0%, el de Noruega aplicó una reducción inesperada, y el Banco de Inglaterra anticipó recortes graduales. Las advertencias sobre inflación y desaceleración económica se intensificaron, y la Reserva Federal de EE.UU. mantuvo sin cambios su tasa de interés, subrayando el impacto de los aranceles del gobierno de Trump en los precios y la actividad económica.