MINERÍA. Don Alberto Benavides de la Quintana, el hombre que transformó el concepto y la práctica de la minería en Perú. “Algo se ha hecho por unir nuestras agrestes serranías con la plácida aunque árida región costera, y en ese afán mucho es lo que ha contribuido y seguirá contribuyendo la minería, pero hay todavía mucho por hacer». Esas fueron una de las memorables reflexiones que, en vida, dejó don Alberto Benavides de la Quintana, un experimentado y filántropo hombre de minas que se preocupó siempre por inculcar el valor significativo de la actividad extractiva y el respeto y aprecio por las comunidades campesinas.
Nació el 21 de octubre de 1920, don Alberto Benavides de la Quintana, desde muy joven, supo valorar las riquezas naturales y culturales de nuestro país. Es así que decidió estudiar ingeniería de minas en la Escuela de Ingenieros del Perú hasta 1941; sí, la misma que hoy lleva por nombre Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Las vivencias de este período fueron cruciales para los siguientes pasos de don Alberto, quien luego cursó una maestría en Geología en la Universidad de Harvard (EE.UU.), gracias a una beca concedida por la Cerro de Pasco Corporation.
Fue la Cerro de Pasco Corporation donde Alberto Benavides de la Quintana inició su prometedora trayectoria minera, iniciando sus funciones como geólogo asistente en 1944, pasando luego a encabezar el Departamento de Exploraciones, hasta ejercer exitosamente la presidencia de la empresa, cargo que desempeñó durante los años 1964 y 1971. Pero, en paralelo, el afamado hombre de minas iba construyendo los cimientos de una fortaleza que hasta hoy perdura: Compañía de Minas Buenaventura.
Con el aporte de un grupo de inversionistas y empresarios peruanos, don Alberto encaminó a Buenaventura a través de una carta remitida por la Sociedad Minera Suizo Peruana Julcani, con fecha del 27 de abril de 1953. Esta última empresa buscaba un joven ingeniero que continuara con la operación de la mina Julcani, cuya producción sería aterrizada en La Oroya. Don Alberto era la persona indicada, por lo que decidió enrolarse en este objetivo y tomar en arrendamiento Julcani por un año con opción de compra.
Tras Julcani, pronto Buenaventura empezó a sumar más presencia en el Perú a través de las minas Huachocolpa (Huancavelica), Orcopampa (Arequipa) y Uchucchacua (Lima), al punto de poner en operación 11 unidades mineras a nivel nacional. Toda una victoriosa cosecha producto de la envalentonada decisión de don Alberto, quien, en simultáneo, disfrutaba de compartir sus conocimientos en el mundo académico con las nuevas generaciones, siendo promotor de la Facultad de Minas de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Pero más allá de Buenaventura, Alberto Benavides de la Quintana dejó huella en otros importantes hitos de la minería peruana, propiciando así la privatización de Cerro Verde, la formación de Yanacocha, el descubrimiento de La Zanja y Tantahuatay, por citar algunos ejemplos. Esta ardua e incansable labor la realizó siempre con entusiasmo, experiencia, sabiduría y, sobre todo, amor por el Perú.
A cinco años de su partida hacia la eternidad, exactamente el 12 de febrero del 2014, don Alberto Benavides de la Quintana es y seguirá siendo reconocido como uno de los gestores que ha llevado a la minería a convertirse en una de las actividades más importantes del Perú, no solo por su contribución económica, sino por su efecto integrador con las comunidades altoandinas donde se desarrolla.