Los mercados globales operaban en medio de una intensa turbulencia como resultado de tres factores: la guerra arancelaria contra el mundo, exacerbada por Donald Trump; la incertidumbre por no saber en qué terminará la suspensión por seis de los principales indicadores impulsados, pero de manera fundamental por la decisión de China, que está demandando más oro y el principal motor del “superciclo” de la FED, al responder ante las guerras mismas. ¿Cómo le afectará a la industria minera en los próximos años? ¿Cómo debe actuar el país frente a esta situación de incertidumbre geopolítica si no se tienen tendencias económicas claras a futuro?
Estas y otras interrogantes se las trasladamos a Diego Macera, director del Instituto Peruano de Economía (IPE) y miembro del Directorio del Banco Central de Reserva del Perú (BCR). Aquí sus respuestas.
Impulsada por la globalización, la economía del mundo llevaba décadas avanzando sostenidamente hacia los mercados abiertos e integrados, la eliminación de barreras comerciales y el libre intercambio de recursos. Con la guerra arancelaria, sin embargo, Trump parece decidido a acabar con todo eso. Desde tu perspectiva, ¿cuál es la explicación de una estrategia que claramente va en contra de esta tendencia?
Mira, te diría que lo que está haciendo Trump no solo es opuesto a las tendencias que mencionas, del ir hacia el libre mercado y las fronteras abiertas para el comercio internacional, sino incluso de las tendencias más proteccionistas, por lo que cuesta entender la manera en que está actuando.
De hecho, hasta la fórmula que ha utilizado la administración estadounidense para definir los aranceles ha dejado a todos los economistas del mundo bastante confundidos. Porque lo que ha hecho es sacar una relación de déficit comercial sobre importaciones, dividir eso a la mitad y llamar a eso “arancel justo”.
Lo que subyace detrás de esa lógica, la interpretación que se le está dando al intercambio comercial, es que la balanza entre dos países debiera ser neutral. Y, por tanto, en caso de que un país esté vendiéndole más a otro, ese país tiene una ventaja “injusta” o “ilegítima”, y eso, por supuesto, no tiene ningún sentido.
Quizá un ejemplo lo ilustre mejor.
De acuerdo. Es como que tú tuvieras una empresa que, como todas, tiene proveedores. Pero, un día, te levantas y decides que tus proveedores están siendo injustos contigo porque no son tan buenos clientes. Y, en consecuencia, decides que tus proveedores deberían ser también tus clientes en la misma proporción, porque, si no, tienen un trato injusto contigo. Así de poco sentido tiene lo que está haciendo Trump.