
El posible cierre del estrecho de Ormuz dispararía el precio del crudo, afectando a Bolivia por su creciente dependencia de combustibles importados.
La tensión geopolítica entre Irán, Israel y Estados Unidos provocó una nueva escalada en los precios del petróleo, con impactos potenciales para países como Bolivia. Tras el despliegue militar estadounidense, Irán anunció el cierre del estratégico estrecho de Ormuz, por donde transita el 20% del crudo global. Como resultado, el precio del barril Brent se elevó a US$77 y el WTI a US$76. Según estimaciones de analistas internacionales, si se concreta la interrupción del transporte marítimo, el precio podría escalar hasta los US$100 o incluso US$120.
Economistas advierten que este escenario golpearía con fuerza a Bolivia, cuyo modelo energético depende en gran parte de la importación de gasolina y diésel. “El país importa el 60% de su gasolina y el 90% del diésel”, recordó el economista Darío Monasterio para medios nacionales bolivianos, quien explicó que la balanza hidrocarburífera es negativa y el alza del crudo profundizaría el déficit. Actualmente, se destinan US$60 millones semanales a la compra de combustibles, cifra que podría aumentar drásticamente si persiste la crisis en Medio Oriente.

Monasterio y el académico Ernesto Bernal coincidieron en que el modelo estatista ha demostrado ser insostenible. “Bolivia necesita abrirse a la inversión privada en sectores clave como hidrocarburos y energías alternativas. No hay desarrollo sin energía”, sostuvo Monasterio. Bernal, por su parte, alertó que la subvención de combustibles, que ya alcanza los US$2.000 millones, podría escalar a US$3.000 millones, elevando el déficit fiscal más allá de los dos dígitos si no se corrige el rumbo económico.
Ambos especialistas subrayaron que, además del impacto inmediato en la factura energética, se avecina una presión inflacionaria que podría disparar el costo de vida. Bernal pidió al Ejecutivo medidas urgentes para contener la inflación, ordenar el régimen cambiario y reducir el déficit. “Es hora de dar señales claras a los mercados y al país, apostando por estabilidad macroeconómica y seguridad jurídica”, señaló.