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El cambio climático como un desafío y oportunidad para la minería peruana

En la carrera por la transición energética frente al cambio climático, podría difundirse en Perú una mayor conciencia sobre la relevancia de la minería e implementarse medidas promotoras para que ésta pueda capitalizar este contexto.

Por: Luis Miguel Elías, Socio en Rebaza, Alcázar & De las Casas.

El cambio climático y sus efectos son evidenciables en el mundo. La ciencia ha documentado que
el planeta se está calentando a una velocidad sin precedentes, y que una de las principales causas de ello, es la propia actividad humana. Las más reputadas organizaciones científicas a nivel mundial, tales como la Organización Mundial de la Salud, el panel intergubernamental de las Naciones Unidas, la NASA y la Academia Nacional de Ciencias del Perú, han emitido pronunciamientos públicos, levantando sus preocupaciones y coincidiendo sobre los efectos adversos del cambio climático.

Según el Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial del 2023, se estima que en las próximas décadas, el cambio climático puede tener efectos nocivos en la disponibilidad de recursos hídricos, agricultura, pesca u otras fuentes alimenticias. En ese sentido, ¿Cuál es el papel de la minería ante los escenarios de crisis que plantea el cambio climático? En esta nota buscamos dar una aproximación al desafío que el cambio climático trae para la minería y la oportunidad que ello representa para el Perú.

Uno de los desafíos que enfrenta la minería a raíz del cambio climático, es la necesidad de que ésta sea la principal actividad para suministrar los minerales críticos, para propiciar la transición energética hacia renovables. La minería en el Perú es una importante fuente de producción de materia primas como el cobre, hierro y plata, además de tener potencial para producción de otros minerales, tales como el litio o el níquel. En ese sentido, la minería en el Perú tiene una oportunidad histórica para posicionarse como líder en un contexto de transición hacia fuentes de energía renovable y ante los riesgos del cambio climático.



La transición energética ha sido una constante en nuestra historia. En los 1800s, se dio la transición de fuentes tradicionales de biomasa, como la madera hacia el carbón. Luego, en los 1930s, el carbón se posiciona como una fuente principal de energía, pero empieza a ceder ante la demanda por el petróleo, que se incrementa con la propagación de los vehículos a gasolina en el mundo desde los años 1960s en adelante. En paralelo, empiezan a surgir -con distintas experiencias- otras fuentes de energía como el gas, la nuclear y las fuentes renovables. A partir de 2015 y en adelante, se da una tendencia global y mayor demanda por los activos de generación de energía renovable, ya sea solar, eólica o hidroeléctrica. El escalamiento del uso de
fuentes de energía limpia es una respuesta importante para mitigar los efectos adversos del cambio climático.

Otro desafío que se presenta en este contexto es la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Al respecto, los compromisos net zero, buscan recortar las emisiones de gases de efecto invernadero a su mínima expresión. Para ello, nuevamente, la transición energética es clave para lograr re emplazar los combustibles fósiles por fuentes de energía renovable.

Sumado a todo lo anterior, pero intrínsecamente conectado, se da la creciente tendencia global para las empresas de aplicar y ponderar los criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza o ESG (por sus siglas en inglés). Dicha tendencia, no ha sido ajena para muchas empresas mineras que operan en Perú.

En la carrera por la transición energética frente al cambio climático, podría difundirse en Perú una mayor conciencia sobre la relevancia de la minería e implementarse medidas promotoras para que
ésta pueda capitalizar este contexto. Para ello, es necesario que el Perú propicie un clima de inversión adecuado. Por ejemplo, deben existir mayores esfuerzos para implementar medidas preventivas, para evitar la conflictividad social y destrabar determinados proyectos mineros, simplificación administrativa y la sobrecarga de permisos, eliminar la minería ilegal, impulsar mayor exploración minera, atender la brecha de infraestructura, entre otras alternativas necesarias para abordar de forma estratégica, un plan donde la minería peruana debe jugar un papel preponderante.

Finalmente, si bien la producción cuprífera aumentó en aproximadamente 12% en 2023, ello resulta insuficiente para acercarnos a las tasas de crecimiento económico de otros años. Por lo pronto, son intrascendentes las medidas de promoción e incentivos para la gran y mediana minería, que sirvan para atraer mayor inversión y posicionarnos como un país proveedor
estratégico de minerales críticos para la transición energética. El momento es ahora, en especial, considerando el desafío y oportunidad única que el cambio climático y la transición energética representan para la minería en este contexto.

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