Por: Rolando Alza | El proyecto Kamoa-Kakula reportó una producción superior a las 437.000 toneladas en 2024.
La República Democrática del Congo (RDC) desplazó al Perú del segundo lugar en la producción mundial de cobre, consolidándose actualmente como el segundo mayor productor global, solo por detrás de Chile. De acuerdo con cifras oficiales correspondientes al año 2024, el Congo produjo 3,3 millones de toneladas métricas de cobre, superando los 2,8 millones de toneladas obtenidos por Perú.
Este cambio en el mapa minero mundial responde principalmente a la acelerada expansión de proyectos estratégicos en la RDC, tales como Kamoa-Kakula, operado por Ivanhoe Mines, y Tenke Fungurume, gestionado por China Molybdenum. Ambos proyectos cuentan con un fuerte respaldo financiero proveniente de capital chino, lo que ha potenciado su desarrollo y producción.
El proyecto Kamoa-Kakula reportó una producción superior a las 437.000 toneladas en 2024, con expectativas de superar las 600.000 toneladas anuales gracias a la puesta en marcha de nuevas instalaciones y ampliaciones. Por su parte, Tenke Fungurume proyecta aumentar su producción hasta alcanzar un millón de toneladas anuales para el año 2028, respaldado por una inversión que supera los 2.500 millones de dólares.
A pesar de los desafíos estructurales que enfrenta la RDC, incluyendo problemas de gobernanza, seguridad y derechos laborales, la riqueza mineral y la alta ley del cobre, que puede alcanzar hasta un 7%, han permitido la explotación rentable de depósitos que en otros países serían inviables bajo estándares internacionales.
El economista y analista internacional José Gonzales subrayó que la diferencia entre ambos países es más política que geológica: “El Congo nos ha superado por condiciones excepcionales: minas superficiales, alta ley mineral y ausencia de regulación. En Perú, hemos trabajado con leyes de cobre más bajas y lo que falta es destrabar inversión y apostar por la exploración”.
Gonzales destacó que Perú cuenta con al menos 15 proyectos mineros en etapas avanzadas que, de ser activados, podrían permitir duplicar la producción nacional a más de 5 millones de toneladas anuales para 2037. “Tenemos la capacidad. Hemos pasado de 349 mil toneladas en 1980 a 2,8 millones hoy, pero el modelo actual requiere reformas profundas. No solo es tramitología, sino también inversión en exploración, infraestructura y capital humano. La minabilidad en Perú sigue siendo superior”, afirmó.
No obstante, el crecimiento acelerado de la RDC no está exento de críticas. El economista recordó que el 80% del cobalto mundial proviene de la RDC y su extracción se realiza bajo condiciones denunciadas por el Banco Mundial como propias del siglo XIX. Además, gran parte del cobre producido en el país sigue siendo ilegal o artesanal, mientras que los proyectos formales dependen casi exclusivamente de capital chino, que apuesta por mercados sin regulación occidental.
En términos macroeconómicos, Gonzales comparó las realidades de ambos países: mientras la RDC tiene una economía valorada en 68 mil millones de dólares y reservas internacionales por 18 mil millones, también enfrenta conflictos armados activos y una gobernanza débil. Por otro lado, Perú posee una economía que supera los 300 mil millones de dólares y reservas internacionales de 85 mil millones, con un ecosistema minero consolidado y regulado.
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De cara al futuro, aunque la RDC continuará ganando peso en el corto plazo gracias al apoyo chino y la alta ley de sus yacimientos, expertos coinciden en que Perú mantiene un liderazgo estructural en la minería, siempre que logre superar sus cuellos de botella políticos y administrativos.
Este nuevo escenario, advierten analistas, debe ser un llamado de atención para Perú. Si no se reactivan proyectos mineros, otros países continuarán superándolo. Sin embargo, con voluntad y reformas adecuadas, el país no solo podría recuperar el segundo lugar, sino también liderar el crecimiento minero mundial de aquí a 2040, concluyó José Gonzales.