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Chile: resaltan la oportunidad de implementar modelo de desarrollo descentralizado de hidrógeno verde

En Chile, hace dos semanas se aprobó, de forma unánime, el primer proyecto de hidrógeno verde (H2V), que consiste en la creación y operación de una planta química en la región de Magallanes, donde se producirá la que es considerada una de las alternativas energéticas más prometedoras de la actualidad.

Aunque algunos especialistas advierten sobre la necesidad de discutir su modelo de producción y uso, Chile ha sido identificado como uno de los países donde se puede producir el H2V más económico del mundo, debido al costo nivelado de su producción basada en energía solar fotovoltaica y eólica en los sitios con mayor potencial de este tipo de energía, com son Atacama y Patagonia, respectivamente.

Y viendo aún un lado más positivo, resaltan la oportunidad de implementar un modelo de desarrollo descentralizado, haciendo partícipe a la ciudadanía.

En Chile, actualmente, el hidrógeno, mayoritariamente azul, se produce en solo dos empresas y se utiliza principalmente para procesos en refinerías de petróleo; en menor volumen se utiliza en la industria alimentaria para fabricación de aceites y margarinas, en la industria del vidrio para pulir artículos de vidrio y en otros procesos especiales como refrigerante y en tratamientos térmicos.

Proyecto piloto HIF

El proyecto denominado Highly Innovative Fuels (HIF) consiste en la construcción y operación de una planta química para la producción de metanol y gasolina a partir de CO2 —capturado de la atmósfera— y de H2V, la que se emplazará en la comuna de Punta Arenas. Para la producción del H2V, el proyecto HIF considera la instalación de una turbina eólica de 3,4 MW y su conexión —como respaldo— al Sistema Eléctrico de Magallanes a través de una línea de transmisión eléctrica de media tensión (13 kV) de 8,8 km. En la planta petroquímica se contempla producir 350 toneladas de metanol crudo al año y 130.000 litros de gasolina al año. Además, se tiene proyectado producir 16 toneladas de gas licuado carbono neutral al año, a partir de 2022.

Sin duda, el proyecto piloto HIF es un primer paso para Chile en el desarrollo de la industria del H2V y los combustibles carbono neutral. Sin embargo, la Estrategia Nacional de H2V está orientada a la producción a gran escala de H2V, es decir, a partir de pocos y grandes productores, que se localizarían en dos puntos del país: el desierto de Atacama y la Patagonia (Magallanes). Esto sugiere replicar el modelo históricamente usado para la producción de cobre y que, en parte, se pretende hacer también con el litio.

Además, esto adquiriría una similitud con lo que está ocurriendo con la transición energética hacia fuentes sustentables en Chile, reconocida internacionalmente, pero también cuestionada.

De acuerdo con Cristián Flores-Fernández, “la incorporación de fuentes renovables no convencionales a la matriz energética no ha modificado el modelo tecnocrático de gestión de mercado, la estructura de propiedad de los proyectos, ni ha supuesto un avance hacia sistemas energéticos democráticos y descentralizados que promuevan el desarrollo local y la efectiva participación de las comunidades en la toma de decisiones energéticas”.

En búsqueda de la descentralización

A diferencia del cobre, que requiere de complejos procesos químicos para ser usado como producto final en cables, componentes electrónicos y otros, el H2V también puede ser utilizado como combustible para vehículos, para calefacción de edificaciones y como sistema de almacenamiento de energía eléctrica, etc. Es decir, el tenerlo a disposición como materia prima cerca de los consumidores es factible e incluso deseable en comparación a otras fuentes energéticas con mayor impacto ambiental. Esto abre entonces la misma discusión que con fuentes de energía renovable: ¿Es posible avanzar hacia un sistema energético con H2V descentralizado? En otras palabras, en vez de producir a gran escala el H2V y transportarlo hacia los centros de consumo, ¿será posible diseñar mercados que favorezcan la producción y uso local de H2V?

En un estudio reciente, en el cual se simularon escenarios de transición energética para Chile al 2050, en el escenario basado en la obtención de un sistema energético al menor costo posible, se estima que se deberían instalar 0,3 GW de electrolizadores al 2030, 2,4 GW al 2040 y 15 GW al 2050, mientras que, en un escenario 100% basado en fuentes renovables, se tendrían que instalar una capacidad total de 1,3 GW de electrolizadores al 2030, 19 GW al 2040 y 30 GW al 2050. Todo esto vislumbra la opción de producir H2V de una manera más descentralizada a lo largo de Chile, por ejemplo, generando mercados energéticos locales que comercialicen hidrógeno y electricidad, incluyendo a generadores distribuidos.

Aunque se requieren análisis comparativos entre los costos de producción de H2V a gran escala, centrados en dos puntos del país, y descentralizada en distintos puntos del país y considerando modelos de producción donde quepan más actores que las grandes empresas, al menos para aplicaciones domésticas, cabe preguntarse: ¿Cuánto más económico supondría ser la producción de H2V a gran escala que la descentralizada? ¿Sería realmente más económico transportar el H2V desde Atacama y Magallanes a otros puntos del país que producirlo en el mismo punto donde se utilizaría? ¿A qué precio se sustenta producir el H2V descentralizado? ¿A qué precio se sustenta usar el H2V con fines de calefacción en los sectores comercial, público y residencial?

Y a estas preguntas también se podrían sumar otras: ¿Cómo afectaría la producción de H2V descentralizado a la economía local? ¿Cuántos empleos adicionales se podrían generar? ¿Cómo se hará para tener el suficiente capital humano local especializado para cubrir los puestos de trabajo que se generarían? Y, finalmente, una duda que resulta clave en todo este proceso: ¿Existirá voluntad política para apoyar la creación de un mercado del H2V descentralizado?

Chile posee una normativa específica para el hidrógeno que se encuentra en pleno desarrollo, por lo que se podría prever que, aunque se quiera y necesite acelerar el proceso de producción y uso del H2V, habrá que llevarlo con prudencia. Debemos tener en cuenta que la producción del H2V, ya sea para su uso en aplicaciones domésticas o para exportación, conlleva más transformaciones que usar directamente la electricidad, aunque permitirán reemplazar los combustibles fósiles en las aplicaciones difíciles de abatir y electrificar. Pero a su vez, sabemos que es posible abordarlas a través del trabajo conjunto entre la academia y los sectores público y privado, junto con la ciudadanía.

Basado en todo lo anterior, sostenemos que también se deberían explorar opciones de producción de H2V que beneficien más directamente a los ciudadanos, por ejemplo, incluyéndolos como generadores distribuidos.

Para esto será clave la investigación aplicada en la producción de H2V descentralizado y desarrollar iniciativas que pueden servir como experiencias piloto que permitan ir capacitando a profesionales y técnicos nacionales, con miras a que se amplíen las oportunidades de que los empleos sean cubiertos por fuerza de trabajo local. Así como también será necesario crear programas de formación y capacitación en torno a la producción, almacenamiento, distribución y uso de H2V, principalmente para fines energéticos, ya que será lo que requerirá mayores cambios tecnológicos, sobre todo, en las ciudades.

Aunque la producción a gran escala del H2V cuenta con el respaldo gubernamental y tiene asegurada su viabilidad económica, los especialistas creen que aún está abierto el camino para explorar un modelo de desarrollo en torno al H2V que sea más descentralizado.

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